Men y Pelayo se conocen desde hace más de diez años. Ella siempre trabajó con Pelayo y lo que no se imaginaban es que esta bonita amistad se convertiría en amor. En un viaje a Madrid, cuando celebraban su segundo aniversario como pareja, se comprometieron. Llegó julio y se casaron en la Finca Villa María de Gijón, un palacete antiguo rodeado de jardines, donde pudieron gritar bien alto que lo suyo ya era para siempre.
Jon eligió la casa de sus padres en un pueblo de Vitoria como lugar para sus preparativos, mientras que Isa lo hizo en el propio Monasterio. Jon eligió un traje de Massimo Dutti con sus iniciales bordadas, junto con un chaleco de la misma firma y zapatos de Berwick 1707. Mientras Isa leía una carta que Jon le había dejado por sorpresa con los nervios y la emoción a flor de piel, de la ventana de la habitación colgaba su precioso vestido de novia de Clara Brea. El ramo y el tocado fue obra de Ulilove y los zapatos de Tus Stilettos. La ceremonia fue muy familiar ya que la ofició el tío de Isa y acabó con un aurresko sorpresa, cortesía del hermano y la cuñada de Jon. Al ser noviembre, su boda en el Monasterio del Espino fue muy otoñal, con pasillos llenos de hojas secas propias de esta época del año, que nos sirvieron como escenario para el reportaje de pareja. Las mesas del banquete llevaban el nombre de un montón de canciones de Quique González con lo que aprovecho a confesar que es el cantante de mi vida. Tras el banquete, pasamos al claustro donde tuvo lugar la fiesta. Volví a coincidir con Álvaro, el mejor DJ del norte y una apuesta segura en vuestras bodas. Junto con él, pudimos disfrutar de pases del saxofonista Diego García, quien también había amenizado el cóctel.
Al igual que muchos fotógrafos en Burgos, no hay temporada en la que el calendario no me marque una boda en el Palacio de Huérmeces. Podría decir que me conozco sus rincones a ciegas y es que trabajar allí con el equipo de Mahercatering es todo un lujo. María y Diego decidieron que en su boda habría felicidad y muchas flores, para lo que contaron con el trabajo de David Ruiz de Cultura de Flor, un genio de los pies a la cabeza con una creatividad brutal en lo que a flores se refiere. Para empezar por todo lo alto su boda en el Palacio de Huérmeces, María lucía una bata de flores de Kimonos de novia que dio paso a un vestidazo de Pronovias que quitaba el hipo, rematando el look con un tocado de Le Touquet y unos pendientes de Carat London. Diego no quiso ser menos y no dejó indiferente a nadie con un traje de Savile Row London, con el nombre de su padre bordado en el interior de la chaqueta, para que de algún modo estuviera presente en su gran día. No mentiría si digo que en la boda en el Palacio de Huérmeces de María y Diego fue donde hice la que considero mi mejor foto desde que tengo uso de razón y la boda donde más he reído, llorado y bailado.
La boda en el Castillo de Almodovar del Río de Antonio y Álex no fue una boda al uso. Viven en Rusia, son absolutamente fans de la Edad Media y los castillos y, por ello, no tuvieron ningún reparo en invitar a sus cuarenta amigos y familiares más cercanos a una boda en Córdoba de ensueño. ¿La suerte? Poder estar allí para poder vivirlo a su lado. Si como yo sois fans de Juego de Tronos, sabréis que el Castillo de Almodovar del Río fue uno de los lugares donde se rodó la séptima temporada de la serie, por un lado fue Roca Casterly y por el otro Altojardín, el territorio de la Casa Tyrell. Así que para mí, como fotógrafa de bodas en Burgos, podéis imaginaros la aventura que suponía hacer una boda de este estilo. Cuando Antonio y Álex me dijeron que su historia podría ser el guion para una película romántica, yo ya deseé que el día B llegara ya. La moda e Inditex hicieron que sus caminos se cruzaran y desde entonces no hay un solo día en el que no se interesen por cómo ha ido su día. ¿No es maravilloso?
Su idea desde el primer momento fue celebrar su boda en un molino de harina que pertenece a la familia de Laura desde hace varias generaciones y desde el primer momento me pareció una idea maravillosa. El molino se encontraba en medio de una era, en un espacio es muy diáfano y muy verde, con lo que la temática fue rústica y naturaleza. Si hay algo claro es que la boda en Benavente de Laura y Seb fue una boda rústica y 100% handmade. Laura se encargó de toda la organización y estaba personalizada al detalle, hasta tal punto que la decoración eran piezas que ella misma había ido consiguiendo en sus viajes por el mundo cada vez que atracaban en un puerto. Decidió que en su boda iba a ir cómoda y sin florituras. Se peinó y maquilló en casa con la ayuda de su hermana y una Coronita en la mano, mientras se ponía su vestido de Grace Loves Lace (que compró en Londres en un viaje con su abuela, su tía y su hermana) con un escote y un encaje que la quedaba de locos. Cogió por el brazo a su padre y se subieron en un Alfa Romeo Spider rojo y descapotable camino a una celebración épica hasta el anochecer.
Rocío y Jaime se casaron en una zona rocosa, rodeados de cientos de grullas de papel que había hecho con mucho mimo el padre de Jaime para decorar una de las zonas de la finca. Estuvimos acompañados en todo momento por las chicas de La Perfecta Prometida que son wedding planner en Madrid y Quilicuá Catering, que montaron distintas estaciones por toda la zona con una decoración que quitaba el hipo. Y como pasa cada día, se hizo de noche y esta boda en la finca el Bosquecito dio paso a una fiesta amenizada por temazos de los de volverse locos y de los que no deberían faltar en ninguna playlist para bodas, como Everybody de los Backstreet Boys o Wannabe de las Spice Girls. A veces, salir un poco de la ciudad y poder respirar aire puro en plena naturaleza es maravilloso, por eso la parte que más me gusta de poder ser fotógrafa de bodas en Madrid es que cada finca es un mundo distinto y para mi una gran fuente de inspiración con la que reinventarme cada fin de semana. Gracias una y mil veces por vuestra energía, por vuestro ritmo, vuestra confianza. Por las charlas, las cervezas y todas las palabras bonitas. Como fotógrafa de bodas en Burgos, Madrid o donde vosotros me llevéis, puedo decir que tengo la fortuna de conectar con la mayoría de las parejas desde el primer mail, lo que hace que el día de su boda llegue a ser prácticamente una más de su sarao y no hay nada mejor para una fotógrafa de bodas que vivir las historias desde las entrañas, con personas como ellos que se dejan llevar a ciegas hasta el mismísimo infinito ♡
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